El sueño había sido
el más vívido que Bruno experimentó. Pero era el mismo sueño que lo perseguía
hacía unos meses. Se despertó asustado, sudando, con la sábana pegada al
cuerpo. Por un instante no recordó absolutamente nada del sueño, a pesar de que
siempre era el mismo. Saltó de la cama y corrió al baño a vomitar. Un líquido amargo
salió suspendido de su boca con pequeñas manchas rojas. Bruno miró un rato
aquello que yacía en el inodoro y luego tiró de la cadena. Una vez más
suspendería el chequeo médico que le había prometido a su madre. No tenía
tiempo ni ganas. Puso música en la computadora y se metió a bañar. Unas horas
después estaba dirigiéndose a la casa amarilla, cerca del puerto. Aunque él
había salido de la casa creyendo que iba al trabajo, como todos los días. En el
camino, Bruno se encontró con César, su amigo. Se saludaron cordialmente y
arreglaron en encontrarse el fin de semana. César se enteraría de la muerte de
su amigo tres días después de este encuentro. Fue la última persona que lo vio
vivo.
(Noticia publicada por el
semanario “El Orden”, de Puerto Deseado, Santa Cruz,
el día 26 de febrero de 2011)
Encuentran muerto a un
joven apuñalado en su casa
En la madrugada del día
sábado, encontraron el cuerpo apuñalado y sin vida de Bruno Mauricio Espinoza,
de 26 años. El joven fue hallado por su padre, quien se dirigió al departamento
de su hijo “porque hacía tres días que no
me podía comunicar con él”, declaró el señor Espinoza.
(…)
El cuerpo fue retirado del domicilio de la
víctima, ubicado en la calle Colón al 900.Los vecinos aseguran que el joven no
era de recibir visitas en su hogar. No se registraron signos de violencia
dentro del domicilio y aún no hay
sospechosos del asesinato.
(Del diario íntimo de Bruno Ramiro Espinoza del 19 de enero
de 2011)
…El cielo era rojizo con una mezcla entre violeta y
anaranjado. Parecía un cuadro pintado al óleo. Un cuadro gigante que cubría la
inmensidad del cielo, pero que de a poco se iba oscureciendo hasta quedar
completamente negro, como los ojos de ella. Pero hasta entonces yo no sabía
nada, no la conocía. No tenía miedo. Helena, apareció de repente y me dijo al
oído todo lo que debía hacer. No le pregunté nada. Solo obedecí. Debía llegar a
la casa de chapa amarilla, y buscar un sobre que estaba adentro, en algún lugar
y así, de alguna forma lograría evitar
la desgracia…
Bruno se despidió
de Cesar y siguió su camino. Dobló por la derecha y vio a lo lejos el Muelle
Ramón. Sin saber porqué aceleró el paso hasta llegar al borde del muelle. Se
quedó observando el mar calmo. El cielo comenzó a oscurecerse temprano, pero
esto no le extrañó en absoluto a Bruno. En sus sueños todo ocurría entre
sombras. Bruno creía que estaba en un sueño más. Por eso comenzó a hacer lo que Helena Muñoz le había indicado.
(Fragmento del diario íntimo de Bruno Ramiro Espinoza del
26 de enero de 2011)
…La calle estaba poco ilumina. Caminé un par de cuadras y
de pronto me di cuenta que a un costado del camino había un cementerio de cosas
viejas. Vi botellas de todos los tamaños y colores. Cuchillos con marcos
tallados. Algunos parecían en buen estado pero no me atreví a tocar nada de aquello.
Todo comenzó a resultarme sospechoso. Como si me diera cuenta que estaba en un
sueño, pero no lo podía terminar de asimilar. Había un baúl viejo y
desvencijado con ropa sucia que desbordaba por los costados: sacos viejos, camisas
ajadas, zapatos doblados, y el vestido. El vestido de graduación de Helena Muñoz.
Todo estaba bajo una gran tela de araña que parecía de cotillón, pero era real.
Y yo no quería conocer a la creadora de semejante obra…
El viento y la
lluvia patagónica habían dañado la pintura, pero a lo lejos se notaba el
amarillo de las chapas.Era la única casa de esa manzana. El resto estaba
cubierto por matas y yuyos donde las ratas construyeron sus nidos. La casa
estaba al frente del colegio en el que Bruno había estudiado y se había
egresado. Oía la música que se filtraba por las puertas y ventanas del colegio
y llegaba hasta donde se encontraba él: frente a la puerta de la casilla
amarilla. Y entró…
(Fragmento del diario íntimo de Bruno Ramiro Espinoza del
3 de febrero de 2011)
…El sobre estaba en el tercer cajón del mueble que estaba
cerca de la puerta. La casa tenía pisos de madera y crujía cuando caminaba.
Había un cuadro de una mujer que miraba de frente, directo a los ojos. Tuve
miedo de aquel rostro. De aquellos ojos. El sobre parecía contener un libro o
un cuaderno, pero algo me decía que era el diario íntimo de Helena. Ahí salía
el porqué del suicidio de los trillizos.
Bruno salió de la
casa amarilla cerca de las diez de la noche. Nadie lo había visto. La calle
estaba desierta. En el cielo no se veía ninguna estrella. El viento de mar se
hizo sentir y Bruno sabía que debía apresurarse en entregar el sobre antes de
que ocurriera aquello…
(Fragmento del diario íntimo de Bruno Ramiro Espinoza del
26 de febrero de 2011)
…Cuando llegué a la calle que da al muelle, noté que el
camino comenzaba a iluminarse. Me alejaba de aquel cementerio de objetos. Y de
pronto vi en el asfalto la sombra de tres siluetas iguales. Parecíanlas sombras
de una sola silueta, pero yo sabía que eran ellos tres. No tuve miedo. No tuve
miedo porque tenía el sobre conmigo, el sobre que Helena me mandó a buscar
mediante sueños. Y estaba pensando en esto cuando noto que una de las sombras
acelera sus pasos y da un salto y los veo. Tenían los rostros morados, los ojos
inyectados en sangre y las sogas aún colgaban de sus cuellos. Estiré mi mano
para entregar el sobre. Helena lo quiso recibir pero sus manos muertas,
fantasmales no lo pudieron sostener. Y el sobre cayó y dejó al descubierto su
contenido: fotos de mi egreso. La foto con mis padres sonriendo. La foto con el
grupo general. La foto con Cesar. Todas metidas dentro del sobre. En todas las fotos aparecía ella, aunque en
ninguna le pude ver el rostro. Pero ella estaba ahí, en mi egreso, con un
vestido plateado…Entonces sentí el frío del filo del cuchillo en mi panza y caí…
Bruno volvió a su
casa como cada día después de trabajar. Cenó en silencio y se dirigió a su
habitación. En la cama sintió una puntada en la panza, pero enseguida concilió
el sueño. A las seis de la madrugada corrió al baño y comenzó a escupir sangre.
El inodoro quedó teñido de rojo. El padre lo encontró tres días después de
aquella noche, en que Helena Muñoz y sus hermanos lo apuñalaron en el sueño por
última vez.
(Noticia
publicada por el semanario“El Orden”,
de Puerto Deseado, Santa Cruz, el día 26 de febrero de 1985, y hallada dentro
del diario íntimo de Bruno Ramiro Espinoza)
Suicidios en el Muelle Ramón
El domingo pasado, cerca de las siete de la mañana
fueron hallados los cuerpos de los trillizos Muñoz, quienes colgaban de unas
sogas de las vigas del Muelle Ramón. Los
cuerpos fueron retirados por la policía con ayuda del equipo de rescate de
Prefectura Naval Argentina.
(…)
Los hechos se dieron después de la fiesta de egreso
que se celebraba en el Colegio Polimodal Nº 24. Los hermanos Muñoz se retiraron
de la fiesta cerca de la medianoche, según la directora del establecimiento.
(…)
No es la primera vez que la familia Muñoz sufre una tragedia como
esta. El mes pasado se encontraron los cuerpos mutilados de los abuelos de los
Trillizos, quienes vivían en la casa amarilla, a pocos pasos del Muelle Ramón.
(…)
Los vecinos de la localidad temen que los hechos
estén relacionados con alguna secta o con la brujería…
Febrero 2011- 2 de diciembre de 2011
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