viernes, 30 de septiembre de 2011

La carcajada final

Ayer volví a la playa, al mismo lugar donde estuvimos juntos mirando el cielo y vimos pájaros volando en ve, mientras nos reíamos un rato de la vida, recostados en las piedras. No había sol esta vez. Las olas, indecisas, iban y venían. Sentía su amenaza, me decían que si querían lo invadían todo, que podían hacerlo. Y supe que era verdad. Pero no era el día ni la hora. La tarde era gris, casi melancólica. Me había hecho un tiempo para mí, para reírme de la vida y caminé sin saber bien a dónde ir. Terminé en el mar. Siempre termino en el mar. A lo mejor te buscaba. En estos días ando así, como buscando a alguien. Pero no llega. La vida no es tan graciosa sin vos. O no la encuentro graciosa. No lo sé.  Tengo miedo de que al final termine riéndome solo. Tengo miedo de no encontrar lo que busco. O de que el mar nos invada antes de tiempo.No sé cuánto estuve frente al mar, pero fue la brisa la que me vomitó a la realidad. Y me sentí así: vomitado.Y sentí que la vida se reía de mí. Pero no me importa. Yo sigo, ya no sé si por inercia o por cobardía, pero sigo. Y espero mañana, volver a contar con tu risa. Y espero mañana, encontrar lo que busco. Pero más espero que llegue el día y la hora, y que el mar nos invada todo… Y soltar la carcajada final cuando el mar nos arrastre. La carcajada final… aunque me encuentre solo.

28 y 30 de septiembre de 2011

viernes, 23 de septiembre de 2011

Diálogo o Disparate


Cuando estoy triste suelo pensar en cosas que me ponen más triste. ¿A usted no le pasa? No a mi no. A mí sí. Y no se lo recomiendo para nada porque hasta peligroso es. Hace mal al alma. Yo no creo en esas cosas. ¿Qué cosas? Eso del alma y la vida después de la muerte. Todas mentiras. No, señor. Nada de mentiras. ¿O no se emociona usted, acaso? ¿Y eso qué tiene que ver? ¿¡Cómo qué tiene que ver!? ¡Tiene que ver! Cuando uno se emociona, es el alma la que sonríe. ¿No se siente mejor usted cuando sonríe? Eso es porque el alma está bien. No sé de qué me hablás. ¿No entiende? Digo que el alma…. Vos no entendés nada, piba. Cuando uno se muere, se muere. Y punto. Mire señor, estoy tratando de ser amable porque es algo que me enseñó mi madre. Ella misma me enseñó eso del alma. Quién me manda a mí a tratar de ser amable con usted. Andá tranquila, que yo no te llamé para nada. Ya sé que no me llamó. Vine solita porque se me dio la gana. Porque me dio lástima. ¡Lástima las pelotas, piba! Vos no me tenés que tener lástima. Lástima te tengo yo a vos, que te metieron en la cabeza todas esas mierdas del alma. ¿Sos católica vos? ¡Qué le importa a usted! ¿Y a vos realmente te importaba saber si yo pensaba en cosas tristes cuando estoy triste? ¿O lo preguntaste porque te creés que podés ir por la vida preguntando cosas privadas solo porque querés ser amable? ¿No te enseñaron que eso no se hace? No, no me enseñaron. Me enseñaron a ser amable y respetar a los demás. Pero si me faltan el respeto yo también se lo puedo faltar. Sos igual a tu madre. ¿Qué sabe usted de mi madre? ¿No te sentís decepcionada al saber que sos igual a ella? ¿No sentís que se salió con la suya? ¿Qué te moldeó a su antojo? Te impuso todo: sus términos, sus rictus, su forma de caminar, de pensar. ¿¡Usted qué sabe de mi madre!? Y si fuera igual a ella estaría orgullosa. ¿Orgullosa de ser una copia? ¿De haber actuado toda tu vida como ella pretendió que actuaras? Una vida de imitación. Eso es lo que sos: ¡una imitación de tu madre! No llores, piba. No me gusta ver llorar a las mujeres. ¡No las haga llorar entonces, estúpido! ¿Cuándo estás triste es el alma la que se pone triste? ¿O cómo es la cosa? Váyase a la mierda, señor. ¡Bien! De hecho, muy bien. ¿Ves como a veces es necesario mandar a la mierda a alguien? Decilo de nuevo. No. Dale, le va a hacer bien a tu alma. ¿Siempre es así de estúpido? Dale, decilo de nuevo. ¿Le gusta que lo insulten? Usted me parece un degenerado. Y vos me parecés una frígida y sin embargo podemos seguir charlando. ¡Esto no es una charla! Esto es… ¡un disparate! Eso es lo que es. No seas mojigata, querés. ¿De dónde conoce usted a mi madre? No la conozco. No es necesario conocerla para saber que sos una imitación de ella. ¿Te persignás cuando andás por la calle o en el colectivo y pasás frente a una iglesia? ¿Por qué lo hacés? ¿Qué sentís en ese momento? ¿Sentís algo? ¿O lo hacés por inercia, porque tu madre te lo enseñó cuando eras chica? ¡Váyase a la mierda, señor! ¿Sabés que sos muy linda cuando insultás? Degenerado. Frígida. Ni siquiera sé lo que significa, así que no me afecta. ¿Sos virgen? ¡Qué asco! Usted me da asco. En serio, piba: viví un poco. Sos joven. No me interesa vivir como viven los demás jóvenes. Bueno, pero por lo menos viví tu vida y no la de tu madre. Usted no conoce a mi madre. Tu madre es la que todos los domingos  está sentada en el primer banco de la iglesia, con cara de regocijo como si dios la hubiese elegido, es la que en la cena dice que el sermón le dejó una gran enseñanza sin especificar cuál es. Tu madre es la que critica a todas pero el domingo las saluda y se ríe de los comentarios solo para ser educada y amable. Tu madre es una hipócrita. Y vos sos testigo y cómplice de todo eso, porque te callás. Porque no querés admitir lo que es tu madre. ¡Váyase a la mierda, viejo asqueroso! ¡Usted no puede hablarme así! Yo solo quise ser amable. No llores, piba. Yo… Solo quería ayudarte. ¡Nadie le pidió ayuda! ¡Nadie te pidió amabilidad! ¡Váyase a la mierda!... No llores más, che. No me hagas caso. Soy un viejo arisco. Dale piba, no llores más. Hagamos una cosa: andá a tu casa y pensá en esto, en este diálogo o disparate, como quieras llamarlo. Refleccioná un poco en silencio y vas a ver que los dos estamos equivocados y sin embargo dijimos algunas verdades. Hacé eso, ¿dale? Yo pienso hacer lo mismo. No le voy a hacer caso a un viejo loco. Yo le hice caso a una pendeja cuerda que dijo que se iba pero permanece a mi lado. Solo porque espero el colectivo. Hacelo piba. Me gustó charlar con vos. A mí no. Bueno, no hablemos más. Listo, no hablamos más… Allá viene mi cole. ¡Váyase a la mierda! ¡Amén!

15 y 22 de septiembre de 2011

viernes, 16 de septiembre de 2011

Ya lo sabré


Cuando el último
Murmullo se apague
Cuando la estupidez humana
Se acabe
Yo volveré y te diré:
“Qué equivocado estaba”
Pero esto todavía
No lo sé…
Ya lo sabré…
Lo sabré

14 de septiembre de 2011

viernes, 9 de septiembre de 2011

Un momento del día

Y me levanto. Y pongo los pies en el suelo. Y el mundo gira, la habitación gira. Y arrastro el cuerpo a la rutina. A fumar.  Al trabajo, a la oficina. A la universidad, al estudio. A fumar. A los amigos de todos los días, de toda la vida. Y las risas, y los llantos y las peleas. Y los abrazos y los besos. Y fumar. Y el aire en la cara y la música en el cuerpo. Y los momentos. Esos momentos... Todos juntos en una fotografía que no se borre, para saber que el momento existió, que hubo un momento del día en que se vivió. Y en el trabajo: quejas, chismes, mala onda. Y en la clases: comentarios estúpidos y risas molestas. Y tratando de buscar algo distinto, que me sorprenda, que me enamore, que me lleve a la locura y disfrutarlo fumando, solo o en compañia, pero lejos de la rutina. Y me levanto, y camino y sigo, y vuelvo y voy... Y lo prendo y lo apago. Y lo vuelvo a encender. Y caminar... andar. Buscando algo sin saber bien qué es pero que existe.
Y otro día y no ocurre el milagro. Y me acuesto. Y me duermo.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Un Fernet y dos birras



Dale, vamos. Vos seguime a mí que algo levantamos. Y si hay que bailar, bailamos que las minitas te imaginan cogiendo cuando bailás. ¿Sabías eso vos? Me lo dijo una mina. Ya sé que ninguno de los dos baila bien, pero vos seguime a mí. Hacete el boludo y mirame como muevo los pies y tratá de copiarme. Yo le hago un poco más que vos. El secreto es mostrarse seguro, saber lo que uno hace, porque sino, la minita se da cuenta que estás nervioso y se pincha todo. Con confianza que algo levantamos. Las minitas de acá son re fáciles. Mirá la camisa que me puse. Me la prestó mi viejo. Me queda un poco grande pero zafa, ¿no? Está buena tu remera. Ya sé que es la de siempre, pero sirve para el chamuyo. Le entrás por el lado de la música. Yo me levanté un par de minitas charlando sobre la banda de mi remera. Con la de Los Piojos me levanté dos, pero con la de La Renga me la levanté a la Fabi. Doblemos acá, que tengo que comprar cigarrillos. Ella pasó por donde yo estaba y me dijo: “Eh, aguante La Renga” y siguió para el baño así que fui a esperarla. Me mandé, nomás. Porque si la pensás no la hacés. Y la encaré. Hablamos de música y nos tomamos un par de birras. Culeamos en la costa y de ahí nos empezamos a ver. Pero después, no sé cómo, se enteró Fer. Para mí algo boconeó Javi. Porque él estaba el día que yo se lo conté a Nacho en tu casa, ¿te acordás? Para mí que fue el puto de Javi. Pará que compre puchos. Hola, ¿me das un Filip? No, no tengo monedas. Bueno dame caramelos… O estos, ¿cuánto salen? No, mejor dame caramelos. Cualquiera… o los Palitos de la selva, mejor. Ahí tá, gracias. Agarremos por esta que es más corto. Por eso te decía el otro día, cuando me hablabas de la Juli. Porque estaba Javi y ese chabón es re chusma, loco. No hay que darle mucha bola a ese. Seguro va a andar por ahí, pero nosotros hacemos la nuestra, nomás. ¿Vamos a fumar algo a la plaza? Si la noche está tranqui. Vení, vamos a sentarnos allá, atrás de los pinos. Acá no pasa nada. Tomá, prendelo vos. Raúl preguntó por vos el otro día. No, estuvimos chateando. No, yo tampoco lo vi más. Anda re perdido. Che, yo tengo cuarenta mangos, nomás ¿Vos cuánto tenés? Bueno, nos alcanza un Fernet y dos birras. Vemos cómo la estiramos. Vas a ver, algo vamos a levantar… El otro día me acordé de cuando te caíste en el cumpleaños de Julio. ¿Te acordás? Terrible golpe te diste. Está bueno. Me lo pasó Fer. Estuvo re bueno ese cumpleaños. Terminamos todos re en pedo. Guillermo vomitó todo el césped y Julio lo quería matar, ¿te acordás? Yo me agarré a Daiana, pero solo tranzamos. Che, vamos. Guardemos un poco para la salida. Vamos por allá y de ahí quedan dos cuadras. Vamos a tener que caretearla en la entrada. Vos seguime a mí. Nos hacemos los boludos. ¿Trajiste documento? Sí, boludo, hoy algo levantamos. Mirá esa minita, la de blanco. Terrible, ¿no? Vení, entremos… 

Y entraron.

1 y 2 de septiembre de 2011