viernes, 18 de febrero de 2011

La muerta

Ya estoy muerta. Pero si me hubiesen dejado escoger cómo morir, yo hubiese decidido morir de otra forma.

Primero y principal, no me hubiese puesto la ropa que llevaba ese día, porque la bala hizo que se manchara la blusa floreada que me prestó mi madre para el egreso de mi hijo. Quedó horrible, con un poco de mis sesos en la parte del hombro, y sangre en toda la espalda. Pobre mamá, se habrá querido morir cuando vio su blusa. Porque el pantalón de vestir era mío y, si bien me encantaba porque me hacía las piernas flacas, no me molestó que también se haya manchado. Además, como era negro no se notaba tanto. Pero la blusa… ¡qué vergüenza, Dios mío!

Segundo, no me gustaba para nada como me habían dejado el pelo en la peluquería. Le pedí a Marian que me lo tiñera de un rubio castaño y me dejó cualquier cosa. Encima el peinado que me hizo no me sentaba para nada. Un espanto total. Una ya no puede morir con dignidad. Estaba furiosa por mi pelo. Mi madre decía que se puede saber como es una persona con sólo mirarle el pelo. ¡Qué habrán pensado las mujeres que me encontraron tirada en la vereda! Bueno, ellas tenían el pelo peor que yo… Y eso que yo ya estaba muerta y me faltaba parte de mi cabellera, así que ¡imagine lo que eran esas pobres mujeres! Pero igual, todas las miradas se centraban en mí, si hasta me sentía una estrella de cine, una mujer importante… y estaba impresentable. ¡La suerte se ríe de mí hasta cuando estoy muerta!

Los zapatos estaban bien, salvo porque uno quedó en el auto de mis raptores. Unos zapatos de tacos altos, divinos. Negros, con un prendedor brillante y plateado en un costado. Los compré en Once, cuando fui a la capital. Estaban de ofertas.
Fernanda jamás se enteró de esto y siempre me los envidió. Ella siempre me envidió todo y la muy sinvergüenza decía que era mi amiga. En mi velorio me pareció que hasta sonreía y todo. Seguro estaba contenta con lo que me pasó. Así que, solo me quedó un zapato puesto, y encima se le quebró el taco cuando me empujaron del auto.

Lo que más me indignó de haber muerto así como morí, fue que en el forcejeo con los matones se me partieron varias uñas, y cuando caí una se salió y quedó colgando de la raíz en mi dedo. ¡Un asco total! Como si mantener cuidadas las uñas fuese tarea fácil. Las que lo hacemos sabemos que una tiene que hacer un esfuerzo, un esfuerzo muy grande en cada acción, porque tiene que pensar en lo que hace, pero a la vez debe pensar en no quebrarse las uñas. Y viene cualquier degenerado y te arruina un trabajo de meses… ¡No hay derecho!

Yo hubiese preferido morir de otra forma. Me hubiesen matado dos días antes y me encontraban con el pelo un poco mejor. Porque antes lo tenía divino. Y me hubiese gustado llevar mis sandalias bajitas porque estos tacos, si bien son geniales, cansan mucho los pies. Y la blusa, que es lo que más lamento. Vi un poco de reproches en la mirada de mamá cuando se acercó al cajón. Para mi quedo resentida por la blusa. Yo hubiese preferido llevar la camisita negra que me regaló mi hijo para el día de la madre. Me levantaba el busto, y si me la ponía con el pantalón de vestir que llevaba puesto, parecía más joven que nunca.

Me hubiese gustado morir en otro momento, también. Porque la verdad es que me quedaron varias cosas pendiente. En un mes terminaba el curso de peluquería con Marian. Mi hijo nos iba a presentar a la novia. Yo muy contenta no estaba porque me enteré por ahí que es bastante morochita y no se de que qué provincia es… Sólo espero que mi nene esté bien. También quedó pendiente mi cita con el cirujano. Tenía pensado ponerme un poco de busto, pero era un secreto… una sorpresa para mi marido… pero bueno, no se dio.

Así que mi final fue bastante decepcionante para mí. Esperaba otra cosa para mi muerte…. Ni el velorio me pareció que fuera el adecuado…. Es que cuando una se muere, ¡hacen lo que quieren de una!... Pero de algo estoy segura: yo merecía una muerte más digna… porque fui una gran mujer, y eso nadie lo va a poder negar… Ni siquiera Fernanda, que se llevó la cadenita que me había regalado para el día del amigo… ¡Maldita ladrona!

18 de febrero de 2011

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