viernes, 19 de noviembre de 2010

Pensamientos

Estaba como quería estar: sentado, escuchando música y volando en su imaginación, en la que centraba sus cinco sentidos para que sus pensamientos se le hicieran palpables. Al principio creía que no pensaba en nada específico, pero se encontró con que pensaba en pensar, en preguntarse qué pasa cuando uno está pendiente de sí mismo (no egocéntricamente, sino evaluándose, observándose) todo el tiempo, ¿se creería realmente lo que se es o dudaría, por más que supiera que así era naturalmente, que ya su cuerpo y sus gestos y palabras salían de él, tan natural, tan acostumbrados… eran más bien reflejos, ni siquiera deteniéndose a pensar en lo que se dice y se hace, porque el otro espera e incluso intuye respuestas completas antes ciertas preguntas, y sabe cómo se va a reaccionar, e inevitablemente el otro desea que así ocurra? ¿Dudaría o lo creería?

Y fue ahí que se perdió en otro pensamiento: ya no en pensar en pensar, sino en creer o no creerse a sí mismo dentro de su pensamiento. Y se ponía a prueba ahí dentro, se inventaba escenas completas con diálogos comunes, primero, para después írsela complicando más y más en temas profundos, como el arte, la política, el aborto, la sexualidad, la iglesia, las religiones… Horas completa se puso a prueba dentro de su cabeza, se encerró ahí y se observó.

Y en momentos se creía, sobretodo en los diálogos profundos sobre temas específicos, donde sabía que se detenía a pensar respuestas (en su pensamiento pensaba que pensaba respuestas), y se sorprendía de lo decía en sus pensamientos, y se preguntaba si así era realmente, si así se comportaba en la vida real, fuera de su mundo privado, en el mundo público. Pero en las charlas más cotidianas, más superficiales, se veía como un personaje que actuaba, que tenía ciertos tics, ciertos latiguillos en donde apoyaba sus ideas vanas.

Pero en otros momentos de las largas horas que estuvo ensimismado en sus pensamientos, las cosas se revertían: creía que las charlas cotidianas lo mostraban tal cual él creía ser, porque en esas charlas se entregaba completo, desnudo hasta de pensamiento, y sus reacciones eran naturales, espontáneas y bellas. En cambio en las más profundas se vio poco creíble en las respuestas, incluso hasta las halló rebuscadas con el fin de demostrar saber, y no le gustaba para nada verse así.

Y así, la tarde se volvió noche para dar la bienvenida a una mañana fría y el seguía sentado con la música que sonaba de fondo porque sus sentidos estaban sobre sus pensamientos. Pero ya no quería estar así.

No supo cómo seguir…. Y enloqueció.

8 de noviembre de 2010

3 comentarios:

  1. Ohhh estoy estudiando Nietzsche, un filósofo que es monstruoso por la extensión y profundidad de sus pensamientos! y un poco tiene que ver con eso... con lo que a lolargo de la historia nos exigieron: la razón por sobre todo lo demás... este filósofo apuesta más a lo pasional, a un cruce de fuerzas opuestas, a eso que en el fondo somos.
    No se si se entendió porque es medio enroscado y yo la complico más aún... muy bueno!

    ResponderEliminar
  2. Mili, no lei nada de Nietzsche, pero lo conozco de nombre. Me intereso mucho lo que me dijiste y ahora tengo ganas de leerlo... Eso es muy bueno, no? Gracias por comentar y por seguir leyendome. Un beso.

    ResponderEliminar
  3. Sin leer a Nietzche, tenes muchos planteos que el hace en su obra, habla de lo que pretendemos ser, por los demás y las fuerzas internas que luchar por aflorar, por demostrarnos tarde o temprano, eso que siempre supimos y no queríamos dejar salir, solo por la mirada externa... excelente!

    ResponderEliminar