Ayer volví a la
playa, al mismo lugar donde estuvimos juntos mirando el cielo y vimos pájaros volando
en ve, mientras nos reíamos un rato de la vida, recostados en las piedras. No
había sol esta vez. Las olas, indecisas, iban y venían. Sentía su amenaza, me
decían que si querían lo invadían todo, que podían hacerlo. Y supe que era
verdad. Pero no era el día ni la hora. La tarde era gris, casi melancólica. Me
había hecho un tiempo para mí, para reírme de la vida y caminé sin saber bien a
dónde ir. Terminé en el mar. Siempre termino en el mar. A lo mejor te buscaba.
En estos días ando así, como buscando a alguien. Pero no llega. La vida no es
tan graciosa sin vos. O no la encuentro graciosa. No lo sé. Tengo miedo de que al final termine riéndome
solo. Tengo miedo de no encontrar lo que busco. O de que el mar nos invada
antes de tiempo.No sé cuánto estuve frente al mar, pero fue la brisa la que me
vomitó a la realidad. Y me sentí así: vomitado.Y sentí que la vida se reía de
mí. Pero no me importa. Yo sigo, ya no sé si por inercia o por cobardía, pero
sigo. Y espero mañana, volver a contar con tu risa. Y espero mañana, encontrar lo que busco. Pero más espero que llegue el día y
la hora, y que el mar nos invada todo… Y soltar la carcajada final cuando el
mar nos arrastre. La carcajada final… aunque me encuentre solo.
28 y 30 de
septiembre de 2011
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