viernes, 5 de agosto de 2011

Cassette


“… y la soledad… no es fácil poder decir… buscándote… no te quiero perder… como la luz… encender… late cada vez con menos… soñando qué… buscándote…”  

El cassette que cayó de la caja, dio de lleno con la frente de Manuel y fue como si el golpe hubiese abierto una grieta por donde espiar los recuerdos. Manuel la había nombrado tantas veces que sentía que ya había perdido su significado, ya había olvidado su esencia, y sabía que  no hubo quién la haya nombrado más que él. Como si eso cambiara las cosas, como si eso la hubiese traído de nuevo a su lado, con reproches, caprichos y demás cosas que ya había olvidado de ella: Camila. La caja contenía los libros que ella le había devuelto y que él, alguna vez, le narró a su manera. Ella se mostraba entusiasmada con cada relato. Se había llevado varios pero no leyó ninguno., aunque en conversaciones con amigas, Camila decía estar leyendo y narraba un poco del argumento recordando el relato de Manuel, incluso tratando de poner énfasis en las partes donde él lo había hecho. Camila nunca se cuestionó porqué hacía esto, pero disfrutaba ver a sus amigas crédulas. La caja también contenía algunas cartas de amor que ella escribió con palabras de adolescente, hablando de cuánto lo amaba y de todo lo que él lograba sobre ella. Pero no las releyó. No se atrevió. Temía a los recuerdos. El cassette que lo había golpeado era el que él le había regalado con canciones  de esa cantante que a ella tanto le gustaba, y de tanto  escucharla cantar, le terminó gustando a él también. El cassette donde Manuel le había grabado aquella canción que cantaron los dos una noche, borrachos, como adolescentes enamorados hasta el ridículo. Y así se sintió Manuel los primeros meses sin Camila. Así: al borde de la locura, como en la canción. Pero la muy hija de puta se había encargado de ir borrando cada diez segundo parte de la canción. El casete no le sirvió más pero sin embargo lo guardó en una caja junto a las cartas y a aquellos libros de hojas amarillentas que escondió para olvidar a Camila. ¿Cuántas veces usó ese cassette como excusa para llorar? “… y la soledad… no es fácil poder decir… buscándote… no te quiero perder… como la luz… encender… late cada vez con menos… soñando qué… buscándote…”  El recuerdo era patético por donde se lo mirara, y Manuel se desconocía aunque más se avergonzaba. Recogió el cassette del suelo y lo metió dentro de la caja, junto al resto de historias que no quiso mirar. Lo dejó en el compartimiento más alto del ropero viejo. Miró por última vez su habitación y se cerró la puerta al salir. Esa fue la última vez que vio esa caja aunque Manuel desconocía que esto iba a ser así. Al salir de la habitación, en su cabeza tarareaba la maldita canción de amor que Camila le enseñó y luego borró. Esa noche Manuel comenzaba a vivir junto a Ximena, en un departamento que alquilaron cerca del centro. Mientras Ximena preparaba unas hamburguesas con ensalada mixta, oía a Manuel en el baño tarareando una canción de frases inconclusas, pero que comenzaba a gustarle a ella también.

17 de junio- 5 de agosto de 2011

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