viernes, 4 de marzo de 2011

La rutina y demás cosas…

El humo del cigarrillo le raspó la garganta. Lo sintió picante y áspero, pero era la última calada. Miró el televisor y por enésima vez en el día vio la misma publicidad absurda y aburrida. Lo apagó. Al cigarrillo y a la TV. Prendió la radio. Sonaba una canción que escuchaba en su adolescencia y que ya había olvidado la letra. Se quedó escuchando y pensando en esa época. Ella no estaba en su vida por ese entonces, así como ya no lo estaba en el presente. Recordó a viejos amigos que dejó de ver por “cosas de la vida”. Prefirió no recordar más y apagó la radio antes de que la canción llegara a su fin (¿al fin de quién? ¿De él?) Intentó retomar el libro de Nietzsche que lo apasionaba, pero le costaba terminarlo. Todos los finales se le hacían melancólicos e imposibles. Lo aterraban los finales. Pero sin ella era aún mucho más difícil. Sin ella, la realidad lo golpeaba de lleno en la cara.

-“Qué difícil la soledad con tanta realidad alrededor”- pensó o dijo en voz alta, en esa casa solitaria. Se fue a dormir. Sólo en sus sueños lograba sobrellevar la soledad. Y quiso no volver a despertar jamás.

Al otro día despertó. La soledad lo despabiló con un golpe certero en el rostro. Ella aún no reaparecía en su vida… Decidió esperarla, como siempre lo hizo. Sabía que ella desaparecía por semanas o meses… pero cuando volvía le traía nuevas inspiraciones, nuevos viajes, risas y momentos inolvidables que compensaban todos los días que sobrellevó la soledad, con tanta realidad alrededor. Ella volvería porque él se encargaría de que así ocurriese.

Prendió un cigarrillo. Tenía el estómago vacío. El humo le produjo arcadas pero no vomitó. Hubiese preferido haberlo hecho, hubiese preferido vomitar hasta sus tripas sólo para sentirse vivo. Volvió a repetir cada movimiento del día anterior y eso era lo que más lo entristecía: la rutina.

Pero la rutina y la soledad se instalaban en su casa, en su vida, cada vez que ella lo dejaba. Aún se pregunta cómo no se pudo acostumbrar a ellas también.

4 de marzo de 2011

2 comentarios:

  1. Me gusta tu cuento...pero huelo a distancia demasiada realidad y me asusta, anhelo q esta rutina se vuelva ficción de un personaje inventado.

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  2. Dafne, no te preocupes que todo lo que escribo es solo parte de mi imaginacion y de algunas experiencias vividas. Me alegra que te guste. Besos y gracias por comentar.

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