viernes, 14 de octubre de 2011

El humo


El humo del porro hacía a la vez de sahumerio y se impregnaba en todas partes. La ropa, el pelo, la barba… los libros. Los libros sufrieron las mayores consecuencias de lo que produjo el humo.  Los relatos sufrieron cambios bruscos. Los personajes se revelaron. Todo se tornó absurdo como en una obra de Urdapilleta o un relato de Copi. Los personajes pasaban de orgías en orgías, entre mujeres hermosas y hombres fornidos, entre orgasmos y dolor, entre frustraciones y placer. El humo produjo la locura: la risa demoníaca, los pensamientos obscenos, oscuros, sucios, placenteros… Todo junto y mucho más. El humo enrojeció los ojos. Humedeció los sexos. Erectó. El humo lo invadió todo y ya no hubo razón…. Sólo placer. Ya no hubo ficción, solo placer. Y cada novela renovó su historia. Y cada personaje hizo lo que quiso. El humo les dio la libertad para sentirse vivos, para no sentirse escritos por escritores maldito o malditos escritores. El humo llegó a sus vidas para quedarse. Y lo absurdo fue su realidad. Cuando el humo comenzaba a apagarse, los personajes comenzaron a sentirse humanos… Y fue ahí que todos, incluyéndome, decidimos cuidar el humo, mantenerlo vivo para seguir viviendo. Para sentirnos parte de una ficción que es nuestra realidad. Para que nuestra realidad sea de ficción… O simplemente para no enloquecer a diario…

18 de septiembre- 14 de octubre de 2011

1 comentario:

  1. Linda excusa para seguir fumando!! jaja es un chiste... esta bueno el relato.

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